viernes, 30 de diciembre de 2011

Mi identidad


































Todo está perfectamente estudiado en el paisaje,
Incluso puedo acertar a adivinar qué hubo antes,
Nada de ello idílico:
Horcas no preparadas para cuellos,
En sillas no suficientemente altas para intentos.

Qué hubo antes de cambios, demasiado frágiles, esparcidos,
Hasta ser en sí mismos lugares que dicen ser dignos para desvivir…
Sino tuberías que no daban frutas, encuadres anonadados ante moscas,
Infancias esbaradas en la puerta de un parque.

Bueno, ahora toca asomarse y no ver nada,
Desde abajo mis brazos parecerán brazos,
¿Y qué pareceré yo tras una pared, sino una pared?,
Todos parecemos lo que escondemos.

Miro mi reloj y aún no es el mes de Junio,
Pero mi luto y yo decidimos de la mano,
Con uñas limadas hasta la sangre,
Esperar con la terraza,
Mientras, los banqueros en el banco,
Los músicos en la calle,
Y las primaveras en las avenidas,
No tienen nada que hacer,
Sino mirar y pensar, cómo quedaría el suelo,
En caso de no haber máscara,
Porque todos nos escondemos,
Mientras decimos “esperamos”.

Pasarán a engrosar la lista de mi identidad:
El ruido de todos mis libros cayendo,
El escritorio donde tantas veces paré de estudiar,
Las venganzas aunadas con perdones,
Los cojines de cuando acaban los días,
Incluso los vecinos que parecen ajenos,
Pero sobre todo los intentos,
Como cuando es septiembre de llovizna,
Y queremos tormenta y hay un relámpago,
Y nos vemos la cara.

Y vemos el miedo.

Germán Piqueras

martes, 27 de diciembre de 2011

Yo nunca seré salvaje

Ese domingo todo iba a ser especial,
Cada persona que miraba era mi madre,
Pero la belleza era sinónimo de quirófano,
Íbamos a hacer fotografías a las escaleras del casino,
Nunca nos llegamos a entretener,
Alguna juventud de esas de los poemas nos dejó de mirar,
Formando con sus huecos la nada.

Seguí leyendo a Kavafis, por fin entendía a un poeta,
¿Por qué no me lo mostraron en párvulos?,
Ah sí, me olvidaba que la infancia debe ser dura,
Y la vida… y por las tardes nos ensuciaban los dedos de chocolate,
Para que no escribiéramos,
Y nos acostaban pronto, para que no decidiéramos los sueños,
Pero ahora tenemos a Kavafis y por tanto/tango, juventud,
Que se arranca la piel para ser infancia y cambiar novias,
Por canicas y problemas por halos platónicos:
Padres, ciudades, playas. El ensueño de una noche sin estaciones,
Reitero, Kavafis, poemas.

Germán Piqueras