lunes, 2 de enero de 2012

Celebración de no saber caer

Yo me dije “No soy fijo”,
Soy de donde siempre, todos,
Dicen allí, y otros todos asienten,
Con los ojos agotados de tener piernas,
Pero yo ya no camino hacia nadie,
Es cierto,
Podéis preguntarle a las ramas que acarician mis nucas,
A mis noches, ya no doloridas,
Que yermas duermen en una poesía clara,
Al lago donde los búhos dejan de necesitar,
La orilla que musita “profundo”,
Al monte,
Que es por quien imagino el lago,
A la comarca entera de restos,
Y a todos aquellos lugares por donde soñé pasar.

Yo voy ahora a ese lugar perdido,
Donde miran los poemarios,
Me mezo en los grandes poyos de piedra,
Y el romero,
Cae junto a mi nariz para decir “por aquí”,
Por aquí donde no hay ruinas,
Y el cielo no son recuerdos, ni oraciones,
Sino cielo,
Y la incierta poesía que no llegué a escribir.

Supongo que será esto la edad adulta,
Caminar por un camino que creías de otros,
Bordear agujeros cuando la noche ya te veía dentro,
Dejar amigos en la misma ruina donde quedan sueños,
Seguir siendo, para seguir caminando y no al revés.

Y escribir, aunque ya sepas (lo dicen las mañanas, cuando te saquean),
Que nadie te va a leer,
Ecos, en un pozo y en una cima,
Que son lo mismo,
Ya que es el propio eco quien dicta, que se trata de un mismo lugar,
Abandonado o grandioso,
Cercado, a quien no quiso aprender a leer,
(Y hoy se ríe de la poesía frente a una pared).

Ahora necesito estar orgulloso,
Celebrar mi nombre y mi caída.

Germán Piqueras


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