lunes, 2 de enero de 2012

Celebremos el año que acaba

Dos mil doce suena a, por fin, último año,
Tras la ceniza no hay fuego que aliente,
Todos somos un altar de cera,
Donde nos veneramos a nosotros mismos,
Que hirviendo se derrite,
A ese suelo hecho a medida de nuestras rodillas,
Entonces nadie somos,
Ya lo decían los primeros tiempos,
El llanto del parto.

Hablar de parto es hablar de muerte,
Recién nacidos no comprendemos,
Qué acaba de morir.
Hablo de algo más importante que personas,
(Es nuestro ego quien relaciona muerte con personas),
Verso de épocas,
Como cuando leemos un año en números,
Y vemos la luz, una de tantas, que ya no veremos.

El diccionario define esto como nostalgia,
Pero yo, ignorante entre la vida y la muerte,
Me decanto y digo muerte.

Siendo el parto la crónica de la muerte de una época,
Por eso todo acaba haciendo el amor,
Y todo nuevo tiempo comienza,
Impresionable,
Entre lágrimas y olor a sangre.

En el término medio de todo esto estará la vida,
Meditando, también, quién son los demás.

No digamos “dolor”, digamos “nube”.

Germán Piqueras






No hay comentarios: